jueves, 29 de octubre de 2015

Reelección Versus Aumento De Periodo

(publicado en 2014 antes de las elecciones presidenciales)


Aplacado el mar de leva de las elecciones presidenciales, el primer tema reencauchado desde palacio fuel el de colocarle fin a la reelección presidencial y ampliar el periodo de la primera magistratura a 5 o 6 años. A raíz de esto salieron opiniones de todo tipo, todas validas en el ajedrez de la democracia, entre ellas la que alegan que acabar la reelección por parte de un presidente reelecto es un acto de doble moral, a lo que un periodista radial recordó que se colocó sobre la mesa la ampliación del primer periodo de santos a 2 años y acabar automáticamente la reelección presidencial y así darle más chance al proceso de paz que adelanta el actual gobierno, sin embargo la respuesta fue crucificada por buena parte de la opinión pública, por lo que el presidente opto por la reelección para así continuar su proceso de paz y adelantar la propuesta  de fin a la reelección y ampliación del periodo; por lo que se insinuaría que este acto no sería de doble moral, sino de estrategia ante las circunstancias. Otros consideran que no es necesario  más de 4 años y un grupo muy importante de líderes de opinión y de la opinión pública consideran que 4 años e incluso 6 no son suficientes para adelantar las reformas que cada gobierno quiere.  Para analizar estas posiciones, es necesario hacer algunas apreciaciones:
Nuestra conciencia política nacional se empezó a estructural con la figura del caudillismo, personaje que en un momento histórico aportó positivamente al llevar a las masas al tener un interés en el tema y una conciencia colectiva. Si el caudillo es el que encarna el sentir de un pueblo, es apenas entendible llegar a concluir que el individuo de alguna manera debe perpetuarse para hacer los cambios que desea un pueblo.
En el país, para no hablar de los cambios que ha habido en el mundo  sobre ideología política, las últimas reformas han ido dirigidas a fortalecer los partidos y las plataformas programáticas entre otras, por encima de los individuos. Este espíritu de las últimas reformas, las cuales introdujeron el sistema de D´Hondt (umbral y cifra repartidora) y con este el aumento del estatus de los partidos; no es entendible ante el sentir caudillista, mesiánico y personalista. Las reelecciones (sobre todo las inmediatas) y los periodos de 5 y 6 años van en este sentir.
Es de recordar que el culto a la personalidad ha traído nefastas mutaciones en la arena política, como lo son los fanatismos ideológicos y el Caciquerio en las regiones, estos últimos con practicas perjudiciales como la compra de votos y otros tipos de compra de conciencias; la perpetuidad en el poder ha traído desvíos en los planes de gobierno como se concibieron en un inició, pasando por corrupción, porque entre más estés en el poder más poderoso eres, y como nos enseña la ya conocida frase que aplicaría para este caso, “el poder corrompe”.
Ante todo lo planteado anteriormente, debemos pensar en el fortalecimiento de las plataformas ideológicas de los partidos, las ideas sobre las personas, los colectivos que construyen sobre el caudillo que soluciona, y ya en el orden administrativo, el fortalecimiento de las políticas de estado, construir sobre lo construido sin importar el modelo de gobierno que estuvo antes y del nuevo gobernante. Solo con esa visión se puede avanzar en una republica moderna que avance indeteniblemente al progreso, sin el desgaste de cuadros políticos, con relevos de personalidades y hasta generacionales, sin importar que el primero duró solo 4 años pero el segundo trajo la misma plataforma en algunos casos o en el caso de ganar las ideas contrarias, el que llegue  sepa que no se debe destruir en lo avanzado y la idea es de fortalecimiento estatal y de las políticas que beneficien a todos.

Y así se podría pensar que 4 años si son suficientes, sin optar por reelegirlo inmediatamente o pensar en un único periodo de 6 años cuando se tiene estructura partidista, estatal y cuando todos en el quehacer democrático hablen el mismo idioma, el del avance.

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